El coco es uno de los alimentos que debería figurar en todas las dietas y planes de comida, tanto por sus beneficios como por sus prácticamente inexistentes contraindicaciones.
Inconfundible en sabor y aroma, el coco es uno de los frutos más cultivados y consumidos del mundo, y también, uno de los más nutritivos, beneficiosos y saludables.
El valor nutricional del coco dependerá de cómo lo consumas, ya que es posible comerlo crudo, o bien, seco o deshidratado. Lo que sí está claro es que este fruto es recomendable para niños, ancianos, lactantes, mujeres embarazadas y adultos en general. Controlando las proporciones, puede ser el responsable de un cambio saludable.
¿Coco crudo o coco deshidratado?
Resumen
Existen múltiples maneras de aprovechar los beneficios del coco. Puedes comer el coco crudo, tierno, verde, donde su “carne” tiene una consistencia suave y el agua es el principal protagonista, o bien, decantarte por el coco deshidratado, que es el resultado de que el fruto esté maduro y seco, habiendo retirado el agua y conservándolo en un recipiente a buen resguardo en el frigorífico.
Aunque de ambas maneras puedes comer el coco y recibir todos sus beneficios, incluso sin riesgos ni contraindicaciones, hay diferencias entre uno y otro, sobre todo en lo que a la concentración de minerales y fibra se refiere, favoreciendo al coco deshidratado.
Del coco deshidratado, también, obtendrás la leche de coco, la manteca, el agua en su mejor estado, harina apta para celíacos o el aceite de coco, por lo que ofrece mayores posibilidades.
Un alimento en toda regla
El coco puede ser considerado un snack saludable, ya que por su constitución de fibra y agua, brinda saciedad durante un tiempo prolongado, de modo que se utiliza como uno de los alimentos para adelgazar.
No obstante, el coco es un alimento con mucho potencial calórico, siendo uno de los frutos que mayor energía aportan al organismo. Así, el coco seco o deshidratado tiene alrededor de 350 calorías por cada 100 gramos, por lo que su utilización en cualquier receta permite tener un alimento con gran aporte en vitaminas C, B y E, minerales como el fósforo o el hierro, en cantidades decentes y que permitirán complementar cualquier dieta.
Un organismo funcionando correctamente
El coco se utiliza para corregir problemas estomacales y también para desintoxicar. Tradicionalmente, la leche de coco es utilizada para personas que necesitan desintoxicar el hígado, los riñones e incluso los pulmones, cuando se acompaña de un zumo rico en vitamina C.
También se utiliza la leche de coco, el agua y la pulpa misma para personas que tienen problemas digestivos diversos, desde diarrea o vómitos, hasta indigestión o problemas de colon.
Hidratación definitiva
El agua de coco es una de las bebidas isotónicas más interesantes que existen, primero por el hecho de ser económico y de venir incluido en la fruta; y segundo, por no tener absolutamente ninguna contraindicación, siendo una combinación de agua con muchos minerales y un alto valor energético.
El agua de coco, recomendada para personas que requieran de una hidratación mayor, como los que urgen recuperarse de una resaca o que tengan una estricta dieta líquida por haber tenido una cirugía reciente, se complementa con el aceite de coco -extraído del coco deshidratado-, cuyos aportes hidratantes se suelen encontrar en productos cosméticos, pero también en su utilización en solitario, como bálsamo hidratante para la piel.
Un fruto completo y seguro
La OMS sugiere el consumo del coco en todas sus presentaciones y para todos los sectores de la población, no existiendo problemas asociados a su consumo, ni riesgos por una dieta sostenida con el coco como complemento principal.
Calórico, con bajo contenido de azúcar, con vitamina C y muchos minerales, zinc, fibra, cantidades irrelevantes de grasa natural -el aceite de coco tiene muy poco nivel de grasas “no saludables”-, potasio, hierro o magnesio, son algunos de los aportes nutricionales con los que el coco se posiciona como uno de los frutos más completos.